Estaba explorando el árbol mágico del que siempre hablo, esa maravillosa puerta dimensional que nos permite atisbar otras realidades de mundos paralelos al nuestro, cuando me llamó la atención un ojo que brillaba entre la espesura. Un típico ojo rasgado, como un inconfundible dato de identificación de las facciones de la gran mayoría de los seres feéricos.
Típicamente oculto, convenientemente disimulado entre la enramada. Sugiriendo una presencia de grandes proporciones en relación a las medidas del árbol. Confirmando una vez más aquello de que estos seres tienen el poder de manejar el tamaño de sus cuerpos sutiles a su antojo, pudiendo manifestarse como seres pequeñísimos o verdaderos gigantes.
El trabajo de restauración sobre esta fotografía hasta conseguir una visibilidad aceptable, llevó tiempo y paciencia.
Hoy te comparto el resultado obtenido con una técnica que sin agregar o quitar nada presenta lo que allí se manifiesta y no es tan evidente a los ojos
Que lo disfrutes
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